"Los
diccionarios definen la paciencia como la virtud para sufrir los
infortunios sin quejarse. Además, es lo contrario de la prisa y el
impulso; es perseverancia, pese a la oposición, las dificultades o la
adversidad. Una cierta cantidad de impaciencia puede ser buena para
estimularnos y motivarnos a la acción. Sin embargo, creo que una
importante causa de las dificultades y la infelicidad en el mundo hoy
sea la falta de paciencia. A menudo nos impacientamos con nosotros
mismos, con nuestros familiares y hasta con el Señor. Exigimos lo que
queremos en el mismo momento, sin tener en cuenta si lo hemos ganado, si
será bueno para nosotros o si es correcto. Debemos aprender a ser
pacientes con nosotros mismos. Reconociendo los puntos fuertes y los
débiles que tenemos, debemos esforzarnos por tener buen juicio para
todas nuestras decisiones, aprovechar toda oportunidad y poner lo mejor
de nosotros mismos en todo lo que hagamos. No debemos estar
indebidamente desalentados cuando estamos haciendo lo más que podemos,
sino más bien satisfechos con nuestro progreso aun cuando a veces sea
lento."
Elder Joseph B. Wirthlin
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